Había visto antes algún trabajo de
Ana Mendieta, pero no sabía mucho de su trayectoria vital, por no decir nada. En este caso, la idea tan trillada y popularmente aceptada de que una imagen ha de explicarse por si misma, sin ninguna ayuda o contextualización para mi pierde todo sentido. Aunque individualmente cada una de sus obras tiene un poder de sugestión y una fuerza increible, se enriquecen sobremanera cuando se observa su obra en conjunto y su evolución, cuando se conoce su trayectoria vital. Me parece subyugante el proceso de sintetización de la figura de la mujer, su obra desprende talento y coherencia, es fértil como la mujer y la tierra, como la naturaleza, con las que se quiso identificar, usando su propio cuerpo o la sintetización del mismo a modo de huella-evocación. Conociendo su vida, su exilio múltiple: de país, de familia, de clase, casi "de raza"... me figuro que expresarse mediante el arte debió ser para ella casi terapéutico, necesario. Ana Mendieta murió en
circunstancias trágicas (disculpen el eufemismo) un 8 de Septiembre, día de la Caridad del Cobre,
Oshún, diosa exiliada (de Africa a Cuba) de la feminidad y la pasión sexual.